Alacant (calle)

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Distrito: Eixample

Barrio: Russafa

Las calles de Valencia y su historia. Alacant (calle)

Alicante (en valenciano y cooficialmente Alacant) es una ciudad y municipio español, capital de la provincia homónima, una de las tres que conforman la Comunidad Valenciana. Es una ciudad portuaria situada en la costa mediterránea.

Capital del campo de Alicante, l’Alicantí, con 201 km2 de superficie y una población, de 330 525 habitantes y una densidad de población de 1.642 hab./km2, según el Instituto Nacional de Estadísticas de 2.016.

Es una zona tradicionalmente agrícola, sin materia prima ni fuentes de energía, la capital es un centro industrial desarrollado en función de su puerto, con abonos, tabacos, metalúrgicas, cerámica, textiles, alimentarios, etc.

Es un importante centro turístico, donde destacan la Albufereta, la Playa de San Juan o la Isla Plana, entre otros.

Fue fundada en el 324 a. C.

La ciudad ostenta este título desde 1.490 concedido por Fernando II de Aragón,​además de los títulos de “Muy Ilustre Fiel y Siempre Heroica Ciudad de Alicante”. Las dos primeras le fueron concedidas por Felipe V; bastante más tarde le llegaría la de Heroica, que le otorgó Alfonso XII según real decreto aparecido en el Boletín Oficial de la Provincia el viernes 10 de junio de 1.881. Con anterioridad Alfonso X de Castilla ya la había distinguido con las de Leal y Esforzada. Posteriormente fue Carlos I quien, junto con el Toisón de Oro para la orla de sus armas, concedido en el año 1.524, confirmó también a su municipio el tratamiento de excelencia.

El primer topónimo que se conoce, en relación con Alicante, es el griego de Akra Leuké (“promontorio blanco”), referido a una factoría o asentamiento cartaginense anterior, cuyo nombre púnico se desconoce.​ Aunque no se tiene certeza, se cree que se trata del mismo lugar al que las primeras fuentes romanas denominan Castrum Album (“fortaleza blanca”).​ Por mucho que no se haya confirmado que se trate de la misma ciudad, parece clara la relación etimológica entre Akra Leuké y la posterior denominación latina de Lucentum o Leukante, relacionada con el Tossal de Manises.​ Con la llegada de los árabes, esta denominación evolucionó a medina Laqant​ o al-Laqant (en árabe لَقَنْت o ألَلَقَنْت), denominación que se retuvo en la forma valenciana Alacant y que se castellanizó en Alicante.

Historia

Prehistoria y Edad Antigua

Los orígenes del asentamiento urbano en la huerta y alrededores de Alicante se remontan a la aparición de poblados íberos que datan del siglo III a.C., en estrecha relación con factorías comerciales griegas, principalmente la de los Baños de la Reina en El Campello. Y es que son colonos de Focea (polis griega en Asia Menor) los que tomaron como referencia marítima para la navegación de cabotaje al monte Benacantil llamándolo Akra Leuka (“Promontorio Blanco”), si bien no hay certeza de edificaciones hasta que Amilcar Barca situó allí su principal acuartelamiento poco antes de la segunda guerra púnica al valorar las posibilidades que ofrecía como asentamiento militar su cima.

En el 201 a. C. los romanos capturan la ciudad íbera del cercano Tossal de Manises conocida como Leukante o Leukanto (Lucentum es una latinización del nombre original que solo existió en los mapas romanos) que contaba con un aceptable puerto marítimo-fluvial en la desembocadura del Barranco de Orgegia. Este será el primer solar de lo que con el tiempo se convertiría en Alicante.

Hacia la época del final del dominio romano el encenagamiento del torrente que desemboca junto al poblado de Leucante (Lucentum) hace que deje de ser adecuado como el puerto y queda el asentamiento rodeado de marismas y pantanos palúdicos insalubres, por lo que su población se va desplazando progresivamente hacia las faldas del Benacantil, dando lugar al verdadero origen del actual casco urbano.

Edad Media

Dominio islámico

Entre el 718 y el 4 de diciembre de 1.248 la ciudad cae bajo dominio islámico, pasando a llamarse Medina Laqant o Al-Laqant (obsérvese que el topónimo valenciano es Alacant). Durante este periodo, la ciudad siguió los destinos de Al-Ándalus y tras el desmembramiento del Califato de Córdoba perteneció a las Taifas de Denia y Almería. Hoy en día pueden observarse restos arqueológicos de la medina islámica junto al ayuntamiento de la ciudad.

Reconquista cristiana

En virtud del Tratado de Cazola (Soria, 1.179) entre Alfonso VII de Castilla y Alfonso II de Aragón, la frontera meridional de Aragón se fijaba en la línea que une Biar, Castalla, Jijona y Calpe. Por lo tanto Alicante pertenecía a la zona de expansión castellana. En el año 1.243, el gobernante musulmán de la Taifa de Murcia, Muhamad ben Hud, firmó el Tratado de Alcaraz con el infante Don Alfonso, que después se convertiría en el rey Alfonso X el Sabio, por el cual el reino musulmán de Murcia se ponía bajo protectorado castellano,[…]con la ciudad de Murcia y todos sus castillos desde Alicante fasta Lorca y fasta Chinchilla[…]

Aunque en principio se procedió a repoblar la ciudad, la carencia de suficientes pobladores cristianos unido a razones económicas prolongó la permanencia de la población musulmana. Sin embargo, el gobernador de Alicante, Zayyan ibn Mardanish, no aceptó el pacto y fue obligado, acompañado de muchos pobladores, a abandonar el área en 1.247, fecha en la que comienza la soberanía castellana de Alicante. La conquista militar se finalizó el 4 de diciembre de 1.248 con las tropas del rey castellano, comandadas por su hijo el infante Alfonso, futuro Alfonso X el Sabio.​ Por el Tratado de Almizra firmado en 1.244 entre los reyes de Castilla y de Aragón, en el que se fijaron los límites de la expansión de sus respectivos dominios en la línea de Biar a Villajoyosa, Alicante permaneció bajo soberanía castellana por espacio de 48 años. El rey Alfonso X el Sabio, una vez tomada la villa a los andalusíes, conmemora la victoria denominando al castillo árabe construido sobre el monte Banu-l-Qatil (de donde proviene “Benacantil”) “de Santa Bárbara”, por coincidir esta festividad con el día de la toma de la ciudad por la cristiandad.

Corona de Castilla (1.248-1.296)

Desde el principio, Alfonso X el Sabio intentó establecer en Alicante un grupo de cristianos numeroso dada la importancia militar y mercantil de la villa, pero el proceso repoblador fue lento y se prolongó a lo largo de todo el siglo XIII, aunque está poco documentado a causa de la desaparición de los Libros de Reparto. Los repobladores cristianos, principalmente castellanos y leoneses,​ recibieron todo tipo de privilegios y franquicias para facilitar su asentamiento. Con esta finalidad de asegurar mejor su creciente poblamiento e impulsar más activamente su mayor promoción económica y comercial, en agosto de 1.252 Alfonso X otorgó a la ciudad el Fuero Real, muy parecido al de Córdoba. Dotó a la villa de un concejo fuerte, de numerosas exenciones fiscales y de un amplio término municipal, que abarcaba los municipios actuales de Agost, Monforte del Cid, Aspe, Novelda, Elda, Petrel, Busot, Aguas de Busot, El Campello, Muchamiel, San Juan y San Vicente del Raspeig. Además, el rey castellano dispensó grandes medidas de favor al puerto de Alicante, considerado de gran valor estratégico.

Entre 1.264 y 1.266 Alicante estuvo inmersa en una rebelión mudéjar que se extendió por casi todo el Reino de Murcia; el rey castellano, empleado entonces en el asedio de Niebla, solicitó ayuda a su suegro Jaime I de Aragón para sofocarla. Este intervino rápidamente y redujo todas las ciudades rebeladas a la aceptación de la soberanía castellana, aunque dejando a más de 10.000 aragoneses y catalanes en el Reino de Murcia y la preponderancia de la población de origen aragonés y catalán a partir de aquel momento.​

Corona de Aragón (1.296-1.707)

Debido a una crisis dinástica por la sucesión de Sancho IV el Bravo, el infante Alfonso de la Cerda, un aspirante ilegítimo a la Corona de Castilla, pidió ayuda a Jaime II de Aragón a cambio de donarle, en caso de conseguir la Corona, el Reino de Murcia, según los acuerdos secretos de Calatayud (1.289), Ariza (enero de 1.296) y Serón (febrero de 1.296). Aprovechando la situación, Jaime II procedió a la conquista del Reino de Murcia.

Alicante fue conquistada el 22 de abril de 1.296, a pesar de la resistencia del alcaide del castillo Nicolás Peris, terminando con la soberanía castellana. La conquista fue, en parte, facilitada por los colonos cristianos de origen catalán o aragonés asentados en Alicante tras sofocar la rebelión morisca, el año 1.266, llevada a cabo por Jaime I de Aragón​ (como, por ejemplo, la ayuda de la familia Torregrossa, de cuyo escudo se basa el actual blasón de la ciudad). Aun así, Jaime II respetó los privilegios e instituciones anteriores aunque adaptándolas a la nueva situación política, particularmente después de la incorporación de Alicante, y el resto de comarcas limítrofes al Reino de Valencia mediante la modificación de lo fijado en el Tratado de Almizra (Sentencia Arbitral de Torrellas, 1.304 y Tratado de Elche, 1.305).

La repoblación cristiana continuó, esta vez con catalanes y, en menor medida, aragoneses, con una velocidad y número mayores, por lo cual la población originariamente castellana quedó en minoría entre la población cristiana. Aun así, hasta la primera expulsión de los moriscos, la población de origen árabe era mayoritaria en comparación con los cristianos.

Real Provisión permitiendo establecerse y poblar la ciudad y huerta de Alicante a los mudéjares (1.430).

El crecimiento de principios de siglo XIV se vería truncado a partir de 1.333, cuando ya el hambre se dejó sentir en Alicante, primera señal de la crisis que se acercaba: la Guerra de la Unión (1.348), la Peste Negra (1.348) y la Guerra de los Dos Pedros (Pedro I de Castilla y Pedro IV de Aragón) entre 1.356 y 1.366 que tuvo en Alicante uno de sus principales escenarios. La villa estuvo en manos castellanas y parte de la población emigró, murió o cayó cautiva. Como consecuencia de ello, la población se vio reducida a la mitad, al igual que en otras ciudades del Reino de Valencia. Con la paz se inicia la reconstrucción social y económica aunque los mudéjares prácticamente desaparecieron y los judíos fueron una minoría. Pedro IV el Ceremonioso dictó numerosas medidas para reactivar la economía y la paz social, aunque esto no evitó el ataque contra los judíos de 1.391 que acabó con la presencia de esta comunidad en la sociedad alicantina.

Durante el siglo XV Alicante continuó creciendo y una próspera agricultura orientada hacia la exportación (vino, frutos secos, esparto) impulsó un notable desarrollo del puerto y una clase media que controlaba el gobierno municipal. El único conflicto bélico fue la guerra con Castilla de 1.430 que no tuvo excesivas consecuencias. La población continuó en aumento y este progreso sirvió de justificación a Fernando el Católico para otorgarle el título de ciudad en 1.490.

Edad Moderna

En 1.510 Alicante era la quinta ciudad del Reino de Valencia. Desde la obtención del título de ciudad el desarrollo institucional, económico y demográfico de Alicante fue palpable. El puerto se convirtió durante la Edad Moderna en el más importante del Reino de Valencia y propició el asentamiento de colonias de comerciantes extranjeros que imprimieron un gran dinamismo al tráfico mercantil. La construcción del embalse de Tibi a finales del siglo XVI permitió asegurar la producción de la huerta cercana a la ciudad, cuyo producto principal era la uva, y por consiguiente el vino, junto con la barrilla, el esparto y los frutos secos. El puerto además se convirtió en punto de salida de los productos de La Mancha y en un eficaz redistribuidor de algunos productos coloniales y de salazones llegados del norte de Europa. El desarrollo económico permitió a Alicante arrebatar a Orihuela, en 1.647, la capital de la Bailía meridional valenciana y posteriormente, en 1.785, la creación de un Consulado del Mar independiente del de Valencia.

Alicante fue objetivo militar en prácticamente todos los conflictos bélicos. Así fue casi destruida en 1.691 por la escuadra francesa que dirigía el almirante D’Estrées y durante la Guerra de Sucesión fue ocupada alternativamente por austracistas y borbónicos. La voladura parcial del Castillo de Santa Bárbara por parte del caballero D’Asfelt determinó la salida de los aliados de la ciudad y el triunfo borbónico en esta parte del Reino de Valencia. La Guerra de Independencia dejó también sus secuelas como consecuencia de la crisis de subsistencia y de los gastos militares, se construyeron nuevas murallas y el Castillo de San Fernando, aunque las tropas francesas no llegaron a ocupar la ciudad.

Época Contemporánea

Siglo XIX

El talante abierto y liberal de los alicantinos se manifestó a lo largo del siglo XIX. Muestras de ello son el gozo popular por la Constitución española de 1.812 y la desaparición de la Inquisición, las grandes dificultades para formar un batallón de voluntarios realistas en 1.824 para reprimir a los liberales, la rebelión de Boné liderada por Pantaleón Boné en 1.844, el apoyo a la Vicalvarada (1.854) y al pronunciamiento de septiembre de 1.868 que dio paso al Sexenio Revolucionario.

El primer club republicano se abrió en Alicante alrededor de noviembre de 1.868, y esta tendencia política triunfó en las elecciones municipales de 1.870.

Debido a su condición de ciudad portuaria fueron frecuentes las epidemias. Una de las más recordadas fue la del cólera-morbo de 1.854. En esta epidemia destacó por encima de todos el Gobernador Civil Trino González de Quijano que heroicamente entregó su vida defendiendo y ayudando, durante los 24 días de su mandato, a los enfermos de toda la provincia. Fallecería víctima de la epidemia el 15 de septiembre de 1.854. En recuerdo se le levantó un mausoleo en el que descansan sus restos en el centro de la Plaza de Santa Teresa.

La provincia de Alicante nació como tal en las Cortes liberales de .1822, y correspondía con la antigua Bailía meridional valenciana, si bien fue ampliada en 1.833 con parte de la desaparecida provincia de Játiva y los municipios de Villena y Sax. En 1.847 comienza la ampliación del puerto, y en 1.858 finaliza la construcción del ferrocarril entre Alicante y Madrid con el enlace Alicante-Almansa. Entre 1.854 y 1.878 se derruyeron las murallas de la ciudad.

Siglo XX

Durante el periodo 1.920–1.935 la economía alicantina se decantó por la industria mientras la agricultura se sumía en una segunda crisis. Alicante fue una de las ciudades donde los republicanos ganaron las elecciones municipales de 1.931 y durante toda la II República los partidos de izquierdas mantuvieron una mayoría holgada, tanto en la ciudad como en la provincia. El primer alcalde de este periodo fue Lorenzo Carbonell Santacruz, elegido en la candidatura republicano-socialista, que con un 81% de votos realizó diversos proyectos urbanísticos de importancia y fomentó la construcción de escuelas públicas. En 1.933, con la llegada del sufragio universal, votaron por primera vez las mujeres alicantinas, ganando el PSOE y en las elecciones generales del 16 de febrero de 1.936 triunfó el Frente Popular con un 80,72% de votos.

En el inicio de la Guerra Civil española, el bando sublevado fracasó en un intento de poner sitio a la ciudad desde Orihuela y otras poblaciones de la Vega Baja. Otro suceso importante fue el fusilamiento del dirigente falangista José Antonio Primo de Rivera, que se encontraba preso en Alicante, el 20 de noviembre de 1.936. Como represalia Alicante sufrió el famoso «bombardeo de las ocho horas» pocos días después.

La ciudad sufrió durante la guerra 71 bombardeos que causaron la muerte a 481 personas y el derrumbe de 705 edificios. El ataque que causó más víctimas fue el bombardeo del 25 de mayo realizado por aviones italianos Savoia a las 11 horas del domingo 25 de mayo de 1.938 cuando, tras soltar 90 bombas, murieron 313 personas, en gran parte mujeres y niños que se encontraban en el Mercado Central. Muchos historiadores actuales sobre la Guerra Civil española coinciden en equipararlo con el bombardeo de Guernica.

A pesar de los bombardeos, la ciudad permaneció fiel a la República hasta el final de la Guerra y por ello fue objeto de técnicas de debilitamiento psicológico como por ejemplo el lanzamiento de pan blanco envuelto en lemas fascistas en época de hambre. Puesto que Alicante fue de las últimas ciudades en caer en manos de las tropas franquistas, en el puerto se vivieron escenas dramáticas entre los que esperaban buques para partir al exilio; había orden de matar a toda persona que se encontrara en la zona intentando huir, los buques extranjeros no aceptaban recoger a nadie debido a la amenaza existente sobre el hundimiento de cualquier barco que recogiera exiliados; los únicos barcos que corrieron el riesgo por salvar a la población civil fueron los argelinos y otros barcos como el Stanbrook que partió del puerto sobrecargado. Centenares de alicantinos partieron hacia Orán, creando una colonia estable y un hermanamiento entre las dos ciudades que todavía hoy persiste.

En la tarde-noche del 30 de marzo de 1.939 entraban en la ciudad las unidades de la División Littorio, comandada por el general Gambara, con un ostentoso desfile delante del Ayuntamiento y las principales calles de la ciudad. La represión consecuente fue considerable al considerarse la ciudad y la provincia como “rojas”. Los últimos detenidos republicanos en la guerra lo fueron en el puerto de Alicante, y la mayoría sufrieron la estancia en el campo de concentración de Los Almendros. Al terminar la guerra, el alcalde Luciáñez propuso que la ciudad pasara a llamarse Alicante de José Antonio. Pese a aprobarse nunca llegó a producirse el cambio.

La década de los sesenta trajo el desarrollo económico y el crecimiento demográfico que continuó en las décadas siguientes. La economía evolucionó hacia el sector servicios, especialmente hacia el turismo, y se produjo el mayor desarrollo urbanístico de la ciudad, con el nacimiento de nuevos barrios en el extrarradio.

El rótulo actual de Alacant (calle), fue autorizado según los acuerdos municipales de abril y mayo de 1.926, como conmemoración de la Feria Regional de mayo de 1.926

NOTA

Calles de Valencia y su Historia. Bailén (calle).

Conforme a lo dispuesto por el Excmo Ayuntamiento en materia de rótulos, se han expresado éstos en lengua valenciana, salvo los de procedencia netamente castellana, los de personajes que han solicitado sus descendientes o instituciones relacionadas con los mismos el respeto a la expresión castellana o los de dudosa traducción.

 

Fuentes consultadas:

  • Archivos autores

  • Archivo del Reino de Valencia

  • Archivo Histórico Municipal

  • Biblioteca valenciana

  • Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia

  • Archivo de la Diputación provincial de Valencia

  • Hemeroteca valenciana

  • Wikipedia

Bibliografía:

  • Las calles de Valencia y pedanías, Rafael Gil Salinas y Carmen Palacios Albandea