Aragó (avenida)

Aragó (avenida)

Distrito: Pla del Real

Barrio: Mestalla

Aragón.

Comunidad autónoma de España, resultante del reino histórico del mismo nombre y que comprende el tramo central del valle del Ebro, los Pirineos centrales y las Sierras Ibéricas.

Está situada en el noroeste de la Península Ibérica.

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Superficie: 47.720,25 km²

Población: 1.320.794 habitantes (según el censo del I.N.E. de 2.018)

Densidad de Población: 27,68 hab./km²

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La calle Aragón comienza en la plaza Zaragoza y finaliza en la avenida Blasco Ibáñez.

Sus límites y fronteras son en el norte con Francia, las regiones de (Occitania y Nueva Aquitania); por el oeste con las comunidades autónomas de Castilla-La Mancha (provincias de Guadalajara y Cuenca), Castilla y León (provincia de Soria), La Rioja y Navarra y por el este con las comunidades autónomas de Cataluña (provincias de Lérida y Tarragona) y Comunidad Valenciana (provincias de Castellón y Valencia).

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Relieve

La orografía de la comunidad tiene como eje central el valle del Ebro (con alturas entre 150 y 300 metros aproximadamente) el cual transita entre dos somontanos, el pirenaico y el ibérico, preámbulos de dos grandes formaciones montañosas, el Pirineo al norte y el Sistema Ibérico al sur; la Comunidad cuenta con los picos más altos de ambas cadenas montañosas, el Aneto y el Moncayo respectivamente.

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Pirineo

El Pirineo aragonés se encuentra en el norte de la provincia de Huesca y se dispone longitudinalmente en tres grandes unidades: Alto Pirineo, Depresión Intrapirenaica y Sierras Exteriores.

El Alto Pirineo está formado a su vez por el Pirineo axial y las Sierras Interiores.

En el Pirineo axial están los materiales más antiguos: granitos, cuarcitas, pizarras y calizas, y contiene las máximas alturas de la cadena montañosa: el Aneto (3.404 metros sobre el nivel del mar), La Maladeta (3.309 metros sobre el nivel del mar) y el Perdiguero (3.221 metros sobre el nivel del mar).

El Prepirineo interior, compuesto de rocas más modernas (calizas) también tiene grandes montañas como Monte Perdido (3.355 metros sobre el nivel del mar), Collarada (2.886 metros sobre el nivel del mar) y Tendeñera (2.853 metros sobre el nivel del mar).

El ibón de Plan, un ibón es un pequeño lago de montaña de origen glaciar.

Los principales valles pirenaicos están formados por los ríos que ahí nacen, que son:

  • Valle de Ansó: río Veral

  • Valle de Hecho: río Aragón Subordán

  • Valle de Canfranc: río Aragón

  • Valle de Tena: río Gállego

  • Valle de Broto: río Ara

  • Valle de Aínsa: río Cinca

  • Valle de Pineta: río Cinca

  • Valle de Gistaín: río Cinqueta

  • Valle de Benasque: río Ésera

La depresión intrapirenaica es un amplio corredor perpendicular, su tramo mejor representado es el Canal de Berdún.

El límite meridional de la Depresión corresponde a los enérgicos relieves de San Juan de la Peña (1.552 metros sobre el nivel del mar) y Peña Oroel (1.769 metros sobre el nivel del mar), modelados sobre conglomerados de la Formación Campodarbe.

Las sierras exteriores prepirenaicas se encuentran en el somontano oscense y constituyen la unidad más meridional de los Pirineos; formadas por materiales predominantemente calcáreos, alcanzan alturas entre los 1.500 y los 2.000 metros.

Destaca la sierra de Guara, una de las sierras más importantes del prepirineo español, su cima, el tozal de Guara llega a los 2.077 metros sobre el nivel del mar.

Destacan por su belleza los Mallos de Riglos, cerca de la localidad de Ayerbe.

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Historia

Aragón, ocupando el noreste de la península ibérica ha servido de puente entre el mar Mediterráneo, el centro peninsular y las costas del mar Cantábrico.

La presencia humana en las tierras que hoy forman la comunidad autónoma datan de hace varios milenios, pero el actual Aragón, como muchas de las actuales nacionalidades históricas, se formaron durante la Edad Media.

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Prehistoria

Los más antiguos testimonios de vida humana en las tierras que hoy componen Aragón, se remontan a la época de las glaciaciones, en el Pleistoceno, hace unos 600.000 años.

Esta población dejó la industria Achelense que encontró sus mejores armas en los bifaces de sílex o los hendedores de cuarcita.

En el Paleolítico Superior aparecieron dos nuevas culturas: Solutrense y Magdaleniense.

El Epipaleolítico se centró en el Bajo Aragón, ocupando la época entre el séptimo y el quinto milenio.

En la primera mitad del quinto milenio antes de Cristo se encuentran restos neolíticos en las Sierras Exteriores oscenses y en el Bajo Aragón.

El Eneolítico se caracterizó en la provincia de Huesca presentando dos núcleos megalíticos importantes: el Prepirineo de las Sierras Exteriores y los altos valles pirenaicos.

El Bronce Final comienza en Aragón en torno al 1.100 a. C. con la llegada de la cultura de los campos de urnas.

Se trata de gentes indoeuropeas, con un supuesto origen en el Centro de Europa, que incineran a sus muertos colocando las cenizas en una urna funeraria.

Existen ejemplos en la Cueva del Moro de Olvena, la Masada del Ratón de Fraga, Palermo y el Cabezo de Monleón en Caspe. Desde el punto de vista metalúrgico parece existir un auge dado el aumento de moldes de fundición que se localizan en los poblados.

La Edad del Hierro es la más importante, puesto que a lo largo de los siglos que dura se constituye el verdadero sustrato de la población histórica aragonesa.

La llegada de centroeuropeos durante la Edad del Bronce por el Pirineo hasta alcanzar la zona bajo-aragonesa, supuso una importante aportación étnica que preparó el camino a las invasiones de la Edad del Hierro.

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Edad Antigua

Las aportaciones mediterráneas supusieron una actividad comercial que va a constituir un poderoso estímulo para la metalurgia del hierro, fomentando la modernización del utillaje y del armamento indígena, sustituyendo el antiguo bronce por el hierro.

Hay presencia de productos fenicios, griegos y etruscos.

En el siglo VI a.C. existen seis grupos con distinta organización social: vascones, suessetanos, sedetanos, iacetanos, ilergetes y celtíberos citeriores.

Son grupos iberizados con tendencia a la estabilidad, fijando su hábitat en poblados duraderos, con viviendas que evolucionan hacia modelos más perdurables y estables.

Hay en Aragón muchos ejemplos, entre los que destacan Cabezo de Monleón en Caspe, Puntal de Fraga, Roquizal del Rullo o Loma de los Brunos.

El tipo de organización social estuvo basado en el grupo familiar, constituido por cuatro generaciones.

Sociedades autosuficientes en las que la mayor parte de la población se dedicó a actividades agrícolas y ganaderas.

En el ámbito ibérico el poder fue monárquico, ejercido por un rey; existía una asamblea democrática con participación de la población masculina.

Existieron diferenciaciones sociales visibles y estatutos jurídico-políticos establecidos.

Los romanos llegaron y progresaron con facilidad hacia el interior.

En el reparto territorial que hizo Roma de Hispania, el actual Aragón quedó incluida en la Hispania Citerior.

En el año 197 a. C., Sempronio Tuditano es el pretor de la Citerior y hubo de hacer frente a un levantamiento general en sus territorios que terminó con la derrota romana y la propia muerte de Tuditano.

Ante estos hechos el Senado envió al cónsul Marco Porcio Catón con un ejército de 60.000 hombres.

Los pueblos indígenas de la zona estaban sublevados, menos los ilergetes que negociaron la paz con Catón.

Hubo diferentes levantamientos de los pueblos ibéricos contra los romanos, en 194 a. C. ve un levantamiento general con eliminación de la mitad del ejército romano, en 188 a. C. Manlio Acidino, pretor de la Citerior, debe enfrentarse en Calagurris con los celtíberos, en el 184 a. C. Terencio Varrón lo hizo con los suessetanos, a los que tomó la capital, Corbio.

En el siglo I a.C. Aragón fue escenario de la guerra civil para tomar el poder de Roma donde el gobernador Quinto Sertorio hizo de Osca (Huesca) la capital de todos los territorios controlados por ellos.

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Ya en el siglo I, el hoy territorio aragonés pasó a formar parte de la provincia Tarraconensis y se produjo la definitiva romanización del mismo creándose calzadas y refundándose antiguas ciudades celtíberas e íberas como Caesaraugusta (Zaragoza), Turiaso (Tarazona), Osca, (Huesca) o Bilbilis (Calatayud).

A mediados del siglo III comenzó la decadencia del Imperio romano.

Entre los años 264 y 266 los francos y los alamanes, dos pueblos germánicos que pasaron por los Pirineos y llegaron hasta Tarazona, a la que saquearon.

En la agonía del Imperio surgieron grupos de bandidos que se dedicaron al pillaje.

El valle del Ebro fue asolado en el siglo V por varias bandas de malhechores llamados bagaudas.

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Edad Media

Después de la desintegración del Imperio romano de Occidente, la zona actual de Aragón fue ocupada por los visigodos, formando el Reino visigodo.

En el año 714 los árabes llegaron a la zona central de Aragón, convirtiendo al islam las antiguas urbes romanas como Saraqusta (Zaragoza) o Wasqa (Huesca).

Fue en esta época cuando se formó una importante familia muladí, los Banu Qasi, sus dominios se situaron en el valle del Ebro entre los siglos VIII y X.

Después de la desaparición del califato de Córdoba a principios del siglo XI, surgió la Taifa de Zaragoza, una de las Taifas más importantes de Al-Andalus, dejando un gran legado artístico, cultural y filosófico.

El nombre de Aragón está documentado por primera vez durante la Alta Edad Media en el año 828, cuando un pequeño condado de origen franco, surgiría entre los ríos que llevan su nombre, el río Aragón, y su hermano el río Aragón Subordán.

Aquel Condado de Aragón se vería unido al Reino de Pamplona hasta 1.035, y bajo su ala crecería hasta formar dote de García Sánchez III a la muerte del rey Sancho «El Mayor» de Pamplona, en un período caracterizado por la hegemonía musulmana en casi toda la península ibérica.

Bajo el reinado de Ramiro I se ampliarían fronteras con la anexión de los condados de Sobrarbe y Ribagorza (año 1.044), tras haber incorporado poblaciones de la comarca histórica de las Cinco Villas.

San Pedro de Siresa, foco monástico, político y cultural del condado aragonés, donde fue educado Alfonso I.

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En 1.076, a la muerte de Sancho IV el de Peñalén, Aragón incorpora a sus territorios parte del reino navarro mientras que Castilla hace lo propio con la zona occidental de los antiguos dominios de Sancho el Mayor.

A través de los reinados de Sancho Ramírez de Aragón y Pedro I, el reino amplía sus fronteras al sur, establece fortalezas amenazantes sobre la capital de Zaragoza en El Castellar y Juslibol y toma Huesca, que pasa a ser la nueva capital.

Así se llega al reinado de Alfonso I «El Batallador» que conquistaría las tierras llanas del valle medio del Ebro para Aragón: Ejea, Valtierra, Calatayud, Tudela y Zaragoza, la capital de la Taifa de Saraqusta.

A su muerte los nobles elegirían a su hermano Ramiro II «El Monje», que dejó su vida religiosa para asumir el cetro real y perpetuar la dinastía, lo que consiguió con la unión dinástica de la Casa de Aragón con la poseedora del Condado de Barcelona en 1.137, año en que la unión de ambos patrimonios daría lugar a la Corona de Aragón y agregaría las fuerzas que a su vez harían posible las conquistas del Reino de Mallorca y el Reino de Valencia. La Corona de Aragón llegaría a ser la potencia hegemónica del Mediterráneo, controlando territorios tan importantes como Sicilia o Nápoles.

La leyenda posterior hacía a la monarquía aragonesa elegible y creó una frase de coronación del rey que se perpetuaría durante siglos:

“[…] Nos, que valemos tanto como vos os hazemos nuestro Rey y Señor, con tal que nos guardéis nuestros fueros y libertades, y si no, no […]”.

El Justicia de Aragón

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Esa situación se repetiría en el Compromiso de Caspe (1.412), donde se evita una guerra que hubiese desmembrado la Corona de Aragón al surgir un buen puñado de aspirantes al trono, tras la muerte de Martín I «El Humano» un año después de la muerte de su primogénito, Martín «El Joven».

Fernando de Antequera es el elegido, de la rama castellana de los Trastámara, pero también directamente entroncado con el rey aragonés Pedro IV «El Ceremonioso», a través de su madre Leonor de Aragón.

Aragón es ya un ente político de gran escala: la Corona, las Cortes, la Diputación del Reino y el Derecho Foral constituyen su naturaleza y su carácter.

El matrimonio de Fernando II de Aragón con Isabel I de Castilla, celebrado en 1.469 en Valladolid, derivó posteriormente en la unión de las coronas de Aragón y Castilla, creando las bases del Estado Moderno.

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Edad Moderna

La Edad Moderna, sin embargo, presenció también las tensiones entre el poder de la Monarquía Hispánica y los establecidos en los estados forales procedentes de la evolución de las instituciones medievales, que acabaron estallando en el conflicto de las Alteraciones de Aragón de 1.591.

Tras el recorte subsiguiente a las atribuciones de la Generalidad de Aragón en las Cortes de Tarazona de 1.592, fundamentalmente en materia militar para evitar que pudiera ser armado frente al rey de España un ejército con los recursos y prerrogativas de la Diputación del General, el siglo XVII fue un periodo de decadencia de las instituciones propias del Reino de Aragón, que fue compensado con la labor historiográfica y de literatura jurídica que mantuvo la memoria de las peculiaridades aragonesas.

Destaca en este sentido la creación en 1.601 del Archivo del Reino de Aragón (en gran medida destruido durante la Guerra de la Independencia Española y los Sitios de Zaragoza junto con el Palacio de la Diputación del Reino), la continuidad del cargo de Cronista de Aragón (donde habían destacado autores como Jerónimo Zurita) y sus resultados patentes en la obra de los hermanos Argensola con su Información de los sucesos de Aragón de 1.590 y 1.591 (de Lupercio) y Alteraciones populares de Zaragoza del año 1.591 (de Bartolomé, o los Anales de Juan Costa y Jerónimo Martel, testigos presenciales y también cronistas del Reino), que fueron no obstante destruidos por la censura regia; obras todas ellas escritas para contrarrestar la versión filipina de los hechos.

Por otro lado, la Diputación del General también ejerció la censura, y ordenó quemar la Historia de las cosas sucedidas en este Reino en seis volúmenes del castellano Antonio de Herrera porque “en dichas Crónicas se decían muchas cosas contrarias a la verdad” y se encomendó a Vicencio Blasco de Lanuza la redacción de unas Historias eclesiásticas y seculares de Aragón, cuyo segundo volumen, que trataba los graves sucesos recientemente ocurridos, fue publicado en 1.619, tres años antes que el primero, lo que da idea de la intención de responder a la visión de Herrera.

En la misma línea, se encargó un Ceremonial y breve relación de todos los cargos y cosas ordinarias de la Diputación del Reino de Aragón, a su Teniente de Alcaide, Lorenzo Ibáñez de Aoiz.

También se emprende en este periodo la cartografía del Reino de Aragón, encomendada al portugués Juan Bautista Lavaña. Estas dos últimas obras fueron concluidas en 1.611.

Durante la Guerra de Sucesión, Aragón (al igual que el resto de territorios de la Corona: Cataluña, Valencia y Mallorca) apoyó al archiduque Carlos (de la casa de Austria) frente a Felipe V (de los Borbones).

Tras la batalla de Almansa (1.707), Felipe V abolió los fueros aragoneses, adoptó varias medidas centralistas y fueron anuladas todas las antiguas disposiciones políticas del reino (Decretos de Nueva Planta).

Aragón se convirtió en la práctica en una provincia y su Consejo fue absorbido por el Consejo de Castilla.

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Edad Contemporánea

La Guerra de la Independencia, tras la intensa destrucción de la ciudad de Zaragoza, detuvo el progreso económico y retrasó de modo importante la incorporación de la capital al ritmo de la modernidad.

Con la primera organización provincial de 1.822 de España, Aragón contó con cuatro provincias, siendo Calatayud capital de la cuarta provincia que comprendía municipios de las actuales provincias de Zaragoza, Teruel, Soria y Guadalajara.

Desapareció con la nueva abolición de la Constitución por Fernando VII.

La división provincial de 1.833 organizó el territorio aragonés en las tres actuales provincias.

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A lo largo del siglo XIX los carlistas, que buscaron adeptos para su causa en esta tierra, ofrecieron la restauración de pasadas libertades forales del ya antiguo y desaparecido reino de Aragón.

También fue en este siglo el paso de una sociedad rural a un funcionamiento industrial y urbano, llevando un éxodo masivo del campo a las ciudades más grandes de Aragón, Huesca, Zaragoza, Teruel o Calatayud, y una verdadera emigración a otras regiones cercanas, como Cataluña o Madrid.

Durante el siglo XX, la historia de Aragón ha ido pareja a la del resto del territorio español, a destacar el impulso económico «coyuntural» en la dictadura del militar Miguel Primo de Rivera (1.923-1.931) y del progreso en las libertades civiles e individuales, durante la Segunda República.

También en junio de 1.936 se presentó en las Cortes españolas el Anteproyecto de Estatuto de Autonomía de Aragón pero la inminente Guerra Civil impidió el desarrollo del proyecto autonomista.

Aragón quedó dividido por los dos bandos enfrentados en la Guerra Civil.

Por un lado, la Zona Oriental, más próxima a Cataluña y controlada por el Consejo Regional de Defensa de Aragón, leal a la República y por otro la Zona Occidental, donde se ubicaban las tres capitales provinciales, por el bando sublevado nacional-fascista, habiendo una dura, cruenta y salvaje represión en las mismas durante la contienda.

En Aragón se libraron algunas de las batallas más importantes de la Guerra Civil, como la de Belchite, la de Teruel o la del Ebro.

Durante los años 1.960 se desencadenó un éxodo y un despoblamiento de las zonas rurales hacia las zonas industriales como las capitales de provincia, otras zonas de España, además de otros países europeos.

En 1.964 se creó en Zaragoza uno de los llamados Polos de Desarrollo.

En los años 1.970 se vivió como en el resto del Estado un periodo de transición, tras la extinción del anterior régimen, con la recuperación de la normalidad democrática y la creación de un nuevo marco constitucional.

La designación de Zaragoza como sede para la Exposición Internacional de 2.008, cuyo eje temático fue “Agua y Desarrollo sostenible”, supuso una serie de cambios y crecimiento acelerado para la comunidad autónoma.

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Anteriormente esta calle se conoció como calle en Proyecto junto al número 56 de la avenida de Blasco Ibáñez y también como Marqués de Lozoya desde 1.978 hasta 1.981,

El rótulo actual, Aragó (avenida), fue autorizado por decisión municipal de julio de 1.981.

NOTA

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Se ha utilizado en esta relación el orden oficial numérico de los distritos municipales, dentro de estos se ha utilizado el orden alfabético de los barrios, y dentro de estos, el orden alfabético de los rótulos.

Conforme a lo dispuesto por el Excmo. Ayuntamiento en materia de rótulos, se han expresado éstos en lengua valenciana, salvo los de procedencia netamente castellana, los de personajes que han solicitado sus descendientes o instituciones relacionadas con los mismos el respeto a la expresión castellana o los de dudosa traducción.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • Las calles de Valencia y pedanías, Rafael Gil Salinas y Carmen Palacios Albandea

  • Vicente Gascón Pelegrí. Prohombres valencianos en Los últimos cien años, 1.878-1.978. Valencia.

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