Bélgica (calle)

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Distrito: Pla del Real

Barrio: Mestalla

Bélgica

País soberano, miembro de la Unión Europea, situado en el noroeste europeo.

Las calles de Valencia y su historia. Bélgica (calle)

Superficie: 30.528 km²

Población: 11.550.039 habitantes (según el censo del 2.020)

Densidad de Población: 377 hab./km²

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La calle Bélgica comienza en el paseo Blasco Ibáñez, 58 y finaliza en la calle Ernesto Ferrer.

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Es un Estado multilingüístico con tres lenguas oficiales: el 57 % de su población, en la región de Flandes principalmente, habla neerlandés, mientras que cerca del 42 % habla francés (en la región de Valonia, al sur, y en la Región de Bruselas-Capital, una región oficialmente bilingüe que acoge una mayoría de hablantes de francés).

Menos de un 1 % de los belgas vive en la Comunidad germanófona, donde hablan alemán, junto a la frontera al este del país.

A menudo, esta diversidad lingüística lleva a severos conflictos políticos y culturales, muy parecidos a los de otros países bilingües, reflejándose en el complejo sistema de gobierno de Bélgica y en su historia política.

Bélgica recibe su nombre de la denominación latina de la parte más septentrional de la Galia, Gallia Belgica, el cual, a su vez, procede de un grupo de tribus celtas, los belgas.

Históricamente, Bélgica ha sido parte de los Países Bajos de los Habsburgo, los cuales incluían los actuales Países Bajos y el Gran Ducado de Luxemburgo, ocupando una región algo mayor que el moderno Benelux.

Desde finales de la Edad Media hasta el siglo XVII, fue un floreciente centro de comercio y cultura.

Desde el siglo XVIII hasta la Revolución belga de 1.830, Bélgica, en aquella época llamada los Países Bajos del Sur, fue el lugar de muchas batallas entre las potencias europeas y es por ello que se ha ganado el apodo de «el campo de batalla de Europa» o «la cabina de Europa».

Es uno de los miembros fundadores de la Unión Europea, cuyas instituciones principales están ubicadas en el país, así como un número importante de otras organizaciones internacionales, como la OTAN.

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Historia

Primeras épocas

El área ocupada por Bélgica ha experimentado significativos cambios demográficos, políticos y culturales.

El primero bien documentado fue la conquista de la región por la República Romana en el siglo I a. C., seguida en el siglo V por los francos germánicos.

Estos establecieron el Reino Merovingio, que pasó a ser el Imperio carolingio en el siglo VIII.

Durante la Edad Media, los Países Bajos estaban fragmentados en pequeños Estados feudales.

La mayor parte de ellos se unió durante los siglos XIV y XV con la casa de Borgoña, formando los Países Bajos borgoñones.

Estos Estados ganaron el estatuto de autonomía en el siglo XV y fueron conocidos desde entonces como las Diecisiete Provincias.

La historia de Bélgica se puede distinguir de la de los Países Bajos desde el siglo XVI.

La Guerra de los Ochenta Años (1.568-1.648) provocó la división de las Diecisiete Provincias en las Provincias Unidas al norte y los Países Bajos del Sur al sur, siendo estas gobernadas sucesivamente por los Habsburgo españoles y austriacos.

La región romana de la Gallia Belgica abarcaba la actual Bélgica, el norte de Francia, Holanda y parte de Suiza.

La Galia belga, se expandió hacia Alemania y con el tiempo se extendió desde los Pirineos hasta la propia Roma después de atravesar los Alpes.

Los francos, regidos por Carlomagno, unieron todo el Occidente de Europa mediante conquistas durante su reinado (768-814).

En el extremo occidental se erigió el condado de Flandes, que fue feudo de los reyes de Francia.

Debido a la obediencia a la corona francesa, el propósito de Borgoña fue fundar un Estado poderoso entre Francia y Alemania.

Este esfuerzo se vio interrumpido por la muerte en 1.477 del último gobernante de Borgoña, Carlos el Temerario.

El hijo mayor de Maximiliano I, Carlos, heredó los Países Bajos, donde se ubicaba la actual Bélgica en 1.506.

Carlos I fue elegido emperador del Sacro Imperio Romano Germánico con el nombre de Carlos V.

En 1.549 decretó que los Países Bajos se unieran a sus dominios españoles.

Los ejércitos españoles de Felipe II fueron derrotados, pero la contienda continuó entre los católicos del sur y los protestantes del norte.

En 1.581 las 7 provincias del norte declararon su independencia con el nombre de Provincias Unidas de los Países Bajos, mientras las provincias del sur permanecieron leales a España.

En 1.609, incapaces ambos contendiente de una victoria decisiva, Felipe III firmó una tregua de 12 años con los “rebeldes”.

Al punto de concluir esta tregua, se declaró la guerra de los Treinta Años (1.618-1.648) y los Países Bajos españoles fueron de nuevo campo de batalla.

España aceptó una paz separada con Holanda en 1.648.

El sur (las actuales Bélgica y Luxemburgo) se mantuvo bajo el dominio español.

Por el Tratado de los Pirineos en 1.659, Francia incorporó varias áreas fronterizas y posteriormente ocupó varias ciudades.

Los Países Bajos españoles se convirtieron en una pieza importante del siguiente conflicto europeo, la Guerra de Sucesión Española.

La Paza de Utrech (1.713-1.715) dio a Francia parte de Flandes, incluyendo Dunkerque y Lille.

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La independencia

Hasta la independencia de Bélgica en 1.830, los Países Bajos del Sur eran un territorio muy codiciado por los conquistadores, siendo el telón de fondo de la mayor parte de las guerras franco-españolas y franco-austriacas durante los siglos XVII y XVIII.

Tras las campañas de 1.794 de las Guerras Revolucionarias Francesas, los Países Bajos (que incluían territorios que nunca habían estado bajo dominio de los Habsburgo, como el Obispado de Lieja) fueron invadidos por Francia, terminando con el mando español y austriaco en aquella zona.

En efecto, la reunificación de los Países Bajos como Reino Unido de los Países Bajos tuvo lugar a finales del Imperio francés, en 1.815, tras las campañas de Napoleón.

El triunfo de la Revolución belga de 1.830 para independizarse de los Países Bajos se decidió en la capital, Bruselas, en las llamadas Cuatro Jornadas de Bruselas, bajo un Gobierno Provisional cuyo miembro más influyente era Charles Rogier y, con la dirección militar como comandante en jefe del exiliado español Juan Van Halen.

La breve contienda llevó al establecimiento de una Bélgica independiente, católica y neutral, bajo un gobierno provisional.

Desde la instauración de Leopoldo I como rey en 1.831, Bélgica ha sido una monarquía constitucional y una democracia parlamentaria.

Entre la independencia y la II Guerra Mundial, el sistema democrático evolucionó de una oligarquía caracterizada por dos partidos principales, los católicos y los liberales, a un sistema de sufragio universal que ha incluido un tercero, el Partido Socialista, y un papel fuerte para los sindicatos.

En sus orígenes, el francés, que era la lengua de la nobleza y la burguesía, era la lengua oficial.

Desde entonces, el país ha desarrollado un sistema bilingüe en neerlandés y francés.

En las dos guerras mundiales Bélgica fue invadida por Alemania.

En la Conferencia de Berlín de 1.885 se acordó entregar el Congo al rey Leopoldo II como posesión privada, llamada Estado Libre del Congo.

En 1.908, se cedió a Bélgica como colonia, pasándose a llamar Congo Belga.

La neutralidad de Bélgica se quebrantó en 1.914, cuando Alemania invadió Bélgica como parte del Plan Schlieffen.

Las antiguas colonias alemanas de Ruanda-Urundi (actuales Ruanda y Burundi) fueron ocupadas por el Congo Belga en 1.916.

La Sociedad de Naciones las transfirió a Bélgica en 1.924.

Bélgica fue invadida de nuevo por Alemania en 1.940, durante la Blitzkrieg.

Estuvo ocupada hasta el invierno de 1.944-1945, cuando fue liberada por las tropas Aliadas.

El Congo Belga accedió a la independencia en 1.960, durante la Crisis del Congo, mientras que Ruanda-Urundi se independizó en 1.962.

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Primera y Segunda Guerra Mundial

La batalla de Lieja fue el inicio de la invasión alemana de Bélgica y la primera batalla de la Primera Guerra Mundial.

Ello supuso un nuevo estímulo a la identidad flamenca que comenzó a gestarse durante el siglo XIX y que recibió un impulso político por parte del Gobierno de ocupación alemán; durante la Segunda Guerra, toda la región del Benelux (Bélgica, los Países Bajos, el Luxemburgo) fue ocupada por la Alemania nazi.

Durante el siglo XX, y especialmente desde la II Guerra Mundial, la historia de Bélgica ha estado dominada cada vez más por la autonomía de sus dos comunidades principales.

Este periodo ha visto un aumento en las tensiones intercomunales y la unión del Estado belga se ha puesto en cuestión.

Mediante reformas constitucionales en los años 70 y 80, la regionalización del Estado unitario condujo al establecimiento de un sistema federal estructurado en tres niveles, a la creación de comunidades lingüísticas y de gobiernos regionales y a la ratificación de un acuerdo concebido para minimizar las tensiones lingüísticas.

Hoy en día, estas entidades federadas sostienen más poder legislativo que el parlamento bicameral nacional, mientras que el gobierno nacional aún controla casi toda la recaudación de impuestos, cerca del 80 % de las finanzas de los gobiernos comunitarios y regionales, y el 100 % de la seguridad social.

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De la “Belgique unitaire” al estado federal

En 1.830, Bélgica se separa de Países Bajos, con la que había formado el Reino Unido de los Países Bajos durante quince años.

La misma razón por la que Bélgica se independiza tiene unas bases lingüísticas, es decir, la zona que constituye la Bélgica actual había sido dominada durante mucho tiempo por los franceses, por lo que toda la burguesía administrativa flamenca se había afrancesado.

Sin embargo, cuando se une esta zona a los Países Bajos, la élite administrativa flamenca, de mayoría francófona, es destituida y reemplazada por personas neerlandófonas, generalmente venidas de Países Bajos.

Por ello, ya a partir de los primeros años del Reino Unido, la élite administrativa va perdiendo la confianza en el rey y la Unión.

Cuando, además, el rey comienza a promulgar medidas proteccionistas contra las industrias meridionales para fomentar el desarrollo industrial de la zona septentrional, también pierde el apoyo de la élite industrial, en su mayor parte valones, y se produce la Revolución Brabanzona.

Por aquel entonces, Bélgica contaba con 4 millones de habitantes, de los que más o menos 2.200.000 hablaban neerlandés y más o menos 1.700.000 hablaban francés.

Sin embargo, el nuevo Estado se define a partir de sus inicios como unitario y francófono, aunque la mayoría de la población hablaba neerlandés y el país constaba de dos partes económica y culturalmente diferentes.

Entonces, la política lingüística de la época no tiene que verse tanto en términos de quién constituía la mayoría de la población, sino en términos que la élite burguesa, que controlaba la política por el sufragio tributario, se expresaba en francés.

Sin embargo, gradualmente los flamencos se van oponiendo a la injusticia lingüística, por lo que, en 1.889, se adopta la Ley de la Igualdad que estipulaba que el neerlandés y el francés fueran las lenguas oficiales del país.

Durante la Primera Guerra Mundial, surge el Movimiento del Frente que quería acabar con el predominio del francés y hacer de Flandes un territorio monolingüe neerlandófono, un proceso que se va llevando a cabo entre 1.932 y 1.968.

El año 1.963 es otro momento clave, porque entonces se adoptan unas leyes que dividían el país en zonas lingüísticas.

Antes, el censo contaba cuantas personas hablaban francés, neerlandés o alemán en un municipio y el municipio se organizaba o bien en la lengua de la mayoría o en ambas, lo que originaba un aumento de los pueblos francófonos y bilingües.

La división del país en unas zonas neerlandófona, germanófona y francófona era un asunto muy delicado.

Surgen muchas protestas, puesto que en la frontera lingüística convivían los dos grupos lingüísticos y además en el sistema anterior los habitantes tenían el derecho a ser atendidos en las dos lenguas.

Para encontrar una solución de estos problemas, en 27 municipios que están en una de las fronteras lingüísticas se sigue no aplicando el principio de territorialidad.

Asimismo, como en seis pueblos flamencos alrededor de Bruselas vivían muchos francófonos, por lo que, antes, la administración era bilingüe, se les dan facilidades lingüísticas.

Por tanto, en muchos aspectos, el año 1.963 no representa tanto muchos cambios, sino que más bien significa la consolidación de una vez por todas del statu quo.

Según Peiren (1.993), la instauración de esas zonas se va experimentando gradualmente, en contradicción con la estructura unitaria del país, por lo que una federalización era necesaria.

Además habían surgido partidos políticos flamencos nacionalistas que insistían en la cuestión lingüística, como el Volksunie.

Asimismo, en el seno de los partidos políticos nacionales surgían visiones fundamentalmente diferentes, lo que lleva a la organización regional de los mismos.

Al mismo tiempo, muchas personas de ambas partes del país estaban convencidas que sería mejor para todos si ciertos aspectos de la organización estatal fueran regionalizados.

Según Willemyns (2.002) ese sentimiento se origina por dos factores: uno es que durante el siglo XIX y la primera parte del siglo XX es Valonia la que poseía el mayor desarrollo industrial, pero a partir de los años 50-60, Flandes también empieza a desarrollarse industrialmente.

Al mismo tiempo, la infraestructura de Valonia, que databa del siglo XIX, necesitaba ser actualizada, lo que genera una recesión de la cual hasta la fecha de hoy la zona no se ha recuperado.

También existían diferencias ideológicas entre ambas partes del país, es decir, mientras que Valonia era claramente socialista, Flandes era la base del poder del partido popular católico democrático.

A raíz de esas diferencias, comienza en 1.970 la federalización de Bélgica, un proceso que se va llevando a cabo principalmente entre 1.970 y 1.993.

En 1.970, la demanda principal de los flamencos era la autonomía cultural, mientras que los valones insistían en una autonomía económica para fomentar su industria y garantías que en la Bélgica federal, su situación demográfica y económica no sería marginada.

El resultado de esas negociaciones fue la creación, por una parte, de tres comunidades culturales (la de habla neerlandesa, la francófona y la de habla germana) y, por otra, de tres Regiones (Flandes, Valonia y la Región capital de Bruselas).

Además, se incorporaron en la Constitución garantías para proteger a la minoría francófona.

Las reformas del Estado siguientes (1.980, 1.988 y 1.993) extendieron las competencias de las regiones y comunidades hasta obtener la organización del Estado actual.

A partir de los años 70, la región flamenca se convirtió en la más productiva del país, en contraste con la declinación de la Valonia, producto de la desinversión relativa de las empresas cartelizadas.

La tendencia comenzó a revertise en la década de 1.990, con una mayor igualdad entre ambas regiones.

Bélgica jugó un papel de primer orden en la creación de la Unión Europea a partir de la conformación del Benelux en 1.944, cuya puesta en práctica comenzó en 1.948, la Comunidad Europea del Carbón y del Acero en 1.951 y los Tratados de Roma en 1.957.

Desde 1.949, además, es parte integrante de la OTAN; y como tal tuvo gran importancia durante la Guerra Fría.

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Siglo XXI

Tropas belgas participaron de las operaciones militares en la antigua Yugoslavia, así como en Libia y en Afganistán.

El país sufrió los atentados de Bruselas de 2.016, donde fueron atacados con bombas el aeropuerto y el metro, dejando 35 muertos y 340 heridos.

El barrio bruselense de Molenbeek-Saint-Jean fue residencia de Hassan El Haski, uno de los autores de los atentados del 11 de marzo de 2.004 en Madrid.

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Geografía

Bruselas, Amberes, Gante, Charleroi, Lieja, Brujas y Namur son las siete ciudades principales de Bélgica, con una población de más de 100.000 habitantes.

El territorio de Bélgica tiene una extensión de 30.528 km² y se divide geográficamente en tres regiones: la planicie costera al noroeste, la meseta central y las altiplanicies de las Ardenas al sureste.

Siguiendo el ejemplo de los Países Bajos, la planicie costera ha ganado algunos espacios del mar del Norte por medio de diques y canales.

La meseta central, en el interior, es un área lisa y de poca altitud, que tiene muchos valles fértiles y es irrigada por numerosas vías navegables.

Aquí también hay estructuras de un relieve más áspero, como cuevas y pequeñas gargantas.

La región de las Ardenas es más accidentada que las otras dos, es una meseta densamente boscosa, muy rocosa y no muy apta para el cultivo, que se extiende hasta el norte de Francia, aquí es donde se concentra la mayoría de la fauna salvaje de Bélgica.

En esta región se localiza el punto más alto de Bélgica, la Signal de Botrange, con solo 694 metros de altitud.

El clima es marítimo templado, con precipitaciones significativas durante todo el año (la temperatura media es de 3o centígrados en enero y de 18° centígrados en julio, y la precipitación media es 65 milímetros en enero y 78 milímetros en julio).

A causa de su elevada densidad de población y a su posición en el corazón de Europa Occidental, Bélgica se enfrenta a serios problemas medioambientales.

Un informe de 2.003 indicó que el agua de los ríos de Bélgica tenía la peor calidad de Europa, y que se situaba a la cola de los 122 países estudiados.

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Bélgica y su capital Bruselas es el centro de producción más importante de Europa en cuanto a la producción de historietas se refiere: Comanche, Lucky Luke, Los Pitufos, Tintín (Kuifje en neerlandés), Spirou y Fantasio, Aquiles Talón o Casacas Azules son algunas de las series más conocidas del cómic belga.

El rótulo actual, Bélgica (calle), fue autorizado por decisión municipal de octubre de 1.974.

NOTA

Las calles de Valencia y su historia. Bélgica (calle)

Se ha utilizado en esta relación el orden oficial numérico de los distritos municipales, dentro de estos se ha utilizado el orden alfabético de los barrios, y dentro de estos, el orden alfabético de los rótulos.

Conforme a lo dispuesto por el Excmo. Ayuntamiento en materia de rótulos, se han expresado éstos en lengua valenciana, salvo los de procedencia netamente castellana, los de personajes que han solicitado sus descendientes o instituciones relacionadas con los mismos el respeto a la expresión castellana o los de dudosa traducción.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • Las calles de Valencia y pedanías, Rafael Gil Salinas y Carmen Palacios Albandea.

  • Vicente Gascón Pelegrí. Prohombres valencianos en Los últimos cien años, 1.878-1.978. Valencia.

  • Nomenclator de las puertas, calles y plazas de Valencia. Manuel Carboneres. 1.873