Daroca (calle)

Daroca (calle)

Distrito: Rascanya

Barrio: Els Orriols

La calle Daroca comienza en la calle San Juan Bosco, 90 y finaliza en la calle Arquitecto Rodríguez, 71.

Daroca

Ciudad y municipio, partido judicial de Daroca, capital de la comarca de Campo de Daroca, perteneciente a la provincia de Zaragoza, comunidad autónoma de Aragón.

Situado a orillas del río Jiloca.

Posee actividad agrícola y ganadera, a la vez que una vieja tradición artesanal: zapateros, sastres, orfebres y talabateros (persona que hace correas, sillas de montar, etc).

Daroca es una ciudad amurallada con más de 100 torreones.

Las calles de Valencia y su historia. Daroca (calle)

Superficie: 52,05 km²

Población: 1.965 habitantes (según el censo del I.N.E. de 2.020)

Densidad de Población: 39,27 hab./km²

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Historia

Según algunos historiadores, la aldea celtibérica primitiva en este lugar se llamaba Darek.

Se ha señalado Daroca con la ciudad a la que los romanos llamaron Agiria, construyendo un fuerte castillo para defender la vía laminitana, que pasaba por el pueblo y conectaba Zaragoza con Valencia.

La primera mención documental de la ciudad data del año 837, aparece como ciudad de cierta importancia en el norte de al-Andalus, donde se había instalado la familia de los Banu al-Muhayir, que pertenecían a la tribu de los tuyibíes, o árabes del sur, procedentes del Yemen.

Los árabes le pusieron el nombre de Calat-Darawca (862), y lo tuvieron durante 400 años, hasta que Alfonso I de Aragón la conquistó en 1.120, y en 1.141 emitió un código legal primitivo, que hoy se desconoce.

En el siglo XII, Ramón Berenguer IV le otorgó las leyes y los privilegios que la convirtieron en la capital de la Comunidad de Daroca, que tuvo una gran influencia social y militar en la Edad Media.

Tuvo un voto en los tribunales y fue sede de varias asambleas famosas con Pedro II (1.196), Jaime I (1.222-1.243), Jaime II (1.311) y Pedro IV (1.338), en las que se concertó la paz con Castilla.

En 1.248, las aldeas de Daroca se constituyeron en Comunidad por privilegio del rey Jaime I.

Daroca quedó excluida de la Comunidad, aunque siguió manteniendo una importante relación con sus aldeas.

El territorio de la Comunidad tiene como base el concedido a Daroca en el fuero de 1.142, aunque ambos no coinciden miméticamente.

La Comunidad estableció sus propios órganos de gobierno, con sus oficiales (escribano, procurador y sesmeros), que se reunían en plegas; e incluso consiguió representación en las Cortes del reino.

En una guerra contra Pedro I de Castilla, Daroca resistió a un asedio, que llevó a la adjudicación del estado de la ciudad el 26 de abril de 1.366.

Económicamente, la agricultura y la ganadería fueron las principales ocupaciones de los habitantes.

Había tres grupos sociales, cristianos, judíos y musulmanes, que gozaban de las mismas leyes y privilegios, aunque estaban organizados por separado.

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La ciudad sirvió como una parada frecuente para los viajes a lugares de la zona, y fue visitada por los Reyes Católicos, Carlos I, Felipe II y Felipe III, en su ruta de Madrid a Zaragoza y Cataluña. Felipe V también estuvo en Daroca y también Carlos II.

Después de la muerte de Carlos II, Daroca abrazó la causa del pretendiente austriaco al trono, Carlos III, en lugar del candidato respaldado por Francia, Felipe V, que llevó a la ocupación en la Guerra de sucesión.

Esto acabó con casi seis siglos de autonomía municipal: la oficina de la justicia desapareció, y fue sustituida por un magistrado real; el consejo se reorganizó para remover a los jurados y agregar ocho regentes, un secretario y dos diputados conjuntos.

Durante la Guerra de Independencia, las tropas de Napoleón ingresaron a Daroca en junio de 1.808.

Daroca fue liberada en agosto de 1.813.

Durante las Guerras Carlistas del siglo XIX, fue ocupada por las fuerzas carlistas en 1.834, 1.837 y 1.872, pero todas ellas fueron esporádicas porque Daroca permaneció leal a la monarquía de Isabel II.

Las ocupaciones se debieron a la proximidad geográfica del reducto carlista de Maestrazgo.

Desde mediados del siglo XIX, la situación económica mejoró debido al éxito de la agricultura, lo que estimuló el desarrollo del comercio y la pequeña industria.

A principios del siglo XX, se construyó el ferrocarril Calatayud-Teruel-Sagunto, que fortaleció la posición comercial de Daroca.

En estos años, se construyeron terraplenes en el barranco del Jiloca y se reforestó para intentar evitar los desastres causados por inundaciones periódicas.

En la Guerra Civil triunfó en toda la comarca los sublevados.

La represión que siguió dejó totalmente sometida a la comarca a los rebeldes.

Posteriormente, la ciudad comenzó a declinar, aunque mantuvo su posición gracias a la industrialización y la mecanización del campo.

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Lugares de interés

  • Basílica de Santa María de los Sagrados Corporales: Con consideración de Basílica desde 1.890, Santa María de los Sagrados Corporales (siglos XII-XVI), iniciada en estilo románico, fue modificada y ampliada en siglos sucesivos dada la importancia que adquirió como depositaria de la reliquia de los Sagrados Corporales, que se guarda en la capilla del mismo nombre, donde destaca su retablo «jubé» (siglo XV). Importantes son su órgano (siglo XV-XVI), el conjunto barroco del Altar Mayor (siglo XVII) y el Museo Parroquial. En el exterior, el ábside románico y la antigua Puerta del Perdón (siglo XIV-XV).

  • Iglesia de San Juan Bautista: (siglo XII-XIII), se construyó sobre los cimientos de una antigua mezquita. Muy restaurado en el interior, mantiene el ábside original, declarado Bien de Interés Cultural (BIC) por ser el primer ejemplo conservado de la transición del románico al mudéjar aragonés. Elemento destacable es su arco polilobulado.

  • Iglesia de San Miguel Arcángel: (siglo XII-XIII), es el más puro ejemplo de arte románico, declarada Bien de Interés Cultural (BIC). Destaca en su interior el retablo mural (siglo XIV). Una profunda restauración eliminó la decoración barroca que cubría techos y paredes, respetando el coro (siglo XVI) y la Capilla de los Heredia (siglo XVII).

  • Iglesia de Santo Domingo de Silos: (siglo XII-XIII), tras los daños sufridos en un incendio en 1.735, del antiguo templo perviven el ábside románico-gótico y la torre, declarada Bien de Interés Cultural (BIC) por ser el ejemplo más temprano de arte mudéjar en un campanario cristiano, con sus detalles en cerámica vidriada y arcos de la más pura tradición islámica. Reconstruida en el siglo XVIII en estilo barroco, la iglesia cambió su orientación y ubico el coro en el antiguo altar.

  • Fuente de los veinte caños: (1.639), se trata de uno de los pocos ejemplos de fuente monumental conservados en Aragón y uno de los casos modélicos en los que la función de elemento urbano generador y modificador de espacio se aprecian con mayor claridad. Se construyó en el año 1.639, años más tarde que las obras realizadas en la Puerta Baja a la que acompaña para configurar una entrada triunfal a la ciudad. Aunque su ubicación actual desmiente un poco este concepto, pues se encontraba enfrente del convento de San Marcos y en línea con el arco de entrada de la Puerta, confiriéndole de esta forma mayor grandiosidad y sirviendo de arranque al futuro Paseo de concepción barroca. En cualquier caso la fuente se concibe como monumento arquitectónico y contiene un repertorio decorativo de claro matiz manierista. Se dispone de forma frontal, para ser vista desde un único punto y se articula mediante pilastras con decoración de grutescos y jarrones, y capiteles con niños atlantes arrodillados; en la parte central, tres de estas pilastras sostienen un friso corrido con decoración de grutescos y van coronadas por un frontón partido con volutas, entre el cual se colocó el escudo de la ciudad que iba coronado por una bola, eliminada en la restauración. A ambos lados se disponen dos nuevos frontones, esta vez partidos y rectos, a modo de templetes. Los caños de la fuente, veinte como indica su nombre, a pares entre las pilastras, salen de la boca de veinte rostros muy desgastados por la erosión. Entre los cuales, la mitad de ellos con larga melena, se colocan como elementos decorativos, fruteros con uvas y peras.

  • La mina: (1.555-1.560), es una de las obras públicas más importantes del siglo XVI en toda Europa. Se trata de un largo túnel de 600 metros de longitud, 6 metros de anchura, y entre 7 y 8 metros de altura que atraviesa el cerro de San Jorge, al lado mismo de la ciudad de Daroca. La calle Mayor de Daroca, columna vertebral de la ciudad, coincide con el fondo de un barranco, por lo que las avenidas torrenciales de agua, muy frecuentes, discurrían por el centro de la ciudad, siguiendo el trazado de la calle y ocasionando gravísimos daños. Con asiduidad, el concejo tenía que enviar a varios hombres a recoger las puertas de la Puerta Baja, una de las dos principales de Daroca, porque se las había llevado las riadas, arrastrándolas casi hasta el río Jiloca, que fluye a más de un kilómetro de la ciudad. El concejo darocense decidió a mediados del siglo XVI iniciar una gran obra de ingeniería, consistente en la excavación de un gran túnel que diera salida a las aguas procedentes de las tormentas sin necesidad de que estas atravesaran la ciudad por su mismo centro. Para llevar a cabo este proyecto, realmente ambicioso, se encargó la dirección de los trabajos al arquitecto francés Pierres Bedel, muy conocido en Aragón, el acueducto Los Arcos de Teruel es también obra suya. Las primeras obras comenzaron en 1.555 por ambos lados del túnel. Tras cinco años de trabajos, el 7 de septiembre de 1.560 se encontraban las dos brigadas de cavadores. Para proteger la muralla de la ciudad y dirigir las aguas hacia la boca de la Mina, se construyó un poderoso muro, llamado “la barbacana”, de trescientos metros de longitud, parte del cual se conserva todavía; sirve de apoyo a la parte posterior de la plaza de Toros. Motivo de admiración, la Mina se convirtió en verdadero orgullo de la ciudad y se convirtió en uno de los monumentos más conocidos de Daroca, al mismo nivel que el amplio recinto amurallado o la iglesia Colegial de Santa María. Los reyes de España solían acudir a “pasar la Mina” cuando venían a visitar Daroca, como hizo Felipe II en 1.585, acompañado de toda su corte y con varias antorchas para iluminar el camino. La Mina de Daroca adquirió además otros usos; servía y sigue sirviendo, como verdadera ruta para el ganado, que puede ir así de la zona de pastos a la ribera del río Jiloca por un camino mucho más corto, sin necesidad de atravesar la cima del cerro de San Jorge. Durante la Guerra Civil, el suministro de mercancías se hacía a través de la Mina, que era atravesada por los convoyes de camiones a modo de verdadero túnel. La Mina de Daroca ha despertado también algunas leyendas sobre su origen o sobre alguno de sus elementos, llegando a convertirse en un símbolo verdaderamente mítico para los darocenses, hasta tal punto que “pasar la Mina” supone algo más que un simple paseo, un auténtico encuentro con el pasado y con la Historia de la ciudad de Daroca.

  • El ruejo de Daroca: En 1.575, quince años después de la construcción de la Mina, el día 14 de junio, un inmenso aluvión de agua cayó sobre Daroca y sus contornos. Ante la magnitud de la tormenta, la Mina era incapaz de dar salida a tanta agua, por lo que la ciudad comenzó a verse amenazada por la inundación. La Puerta Baja se había cerrado con la fuerza de las aguas formando un auténtico dique. Pero una enorme rueda de molino, un ruejo, que estaba ubicado en la Puerta Alta bajó por toda la calle Mayor con enorme velocidad, derribando la Puerta Baja dejando salir las aguas y salvando a Daroca . El Ruejo reside en el Paseo de la Constitución, frente a la Puerta Baja.

  • Hospital de Santo Domingo: (siglo XV), actualmente el edificio ha sido rehabilitado para sede del Museo de Arte e Historia de Daroca. Fue el hospital más importante dentro de la ciudad y estaba destinado a refugio de transeúntes y minusválidos. Es un edificio de modestas dimensiones, construido posiblemente a finales del siglo XV o comienzos del siglo XVI y responde a la tipología de lonja gótica aragonesa o levantina. A pesar de su función como lugar de hospedaje, la parte inferior se disponía mediante arcos de medio punto, recuperados en la restauración, que originalmente estarían abiertos y formarían un acceso en forma de lonja. El segundo piso cuenta con dos ventanas ajimezadas, con doble arco de medio punto peraltado, partidas con un motivo decorativo en forma de llama que recuerda claramente a los arcos trebolados góticos como los del Ayuntamiento de la Iglesuela del Cid, edificio con el que guarda evidente relación. Ambos arcos se apoyan en columnas con el fuste magníficamente trabajado y capiteles con motivos decorativos florales realizados en yeso, al igual que las basas. En el tercer piso, utilizado seguramente como granero o almacén, se abre una galería de arcos de medio punto realizada en ladrillo. El edificio se construyó en tapial, excepto esquinas y arcos que se hicieron de ladrillo como elementos de refuerzo. Hasta hace pocos años, iglesia y hospital se comunicaban mediante un paso elevado con un arco de medio punto al frente y adintelado por su parte superior.

  • Casa de los Soportales o Almudí: (1.643), unos vecinos solicitan permiso al concejo para construir unos soportales en sus casas, alegando que estos constituían motivo de adorno y embellecimiento para la ciudad; los oficiales conceden el permiso pero la ciudad se reservaba el derecho de uso a perpetuidad de la zona baja de los soportales. Así, esta zona fue utilizada como cámara de grano o almudí y aquí se recogía todo el trigo que entraba en la ciudad y se vendía por el arrendador de este servicio a los particulares. Se trata de un edificio realizado en ladrillo, con un piso de vanos adintelados y un pequeño granero en la parte superior. Lo característico son los soportales que configuran una lonja en la parte inferior, realizados en piedra y con zapatas de madera para facilitar un apoyo más completo, una solución arquitectónica muy extendida en el mundo urbano español desde la Edad Media. Los ya desaparecidos edificios del concejo y de la cárcel al parecer contaban con lonjas, lo cual hace suponer que el edificio del almudí no hacía sino unificar y regularizar el aspecto de la plaza, planteamiento propio de la época barroca.

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  • Muralla de Daroca: Las murallas de la ciudad de Daroca, fueron en su día una importantísima obra de ingeniería que discurrían, tanto por la ciudad, como por los montes y campos circundantes. Constaban de una longitud de cuatro kilómetros, a lo largo de los cuales se disponían 116 torreones, 14 de ellos de gran tamaño, siendo de esa manera unas de las más grandes de toda España, detrás de las de Ávila y Lugo.

    • Torre de San Cristóbal o Torre del Andador

    • Torre del Caballero de la Espuela

    • Torre de la Carretería, parte de la muralla defensiva de Daroca.

    • Las cuatro puertas de las murallas (Puerta Baja, Puerta Alta, Portal de Valencia y Puerta del Arrabal).

    • Castillo de San Jorge o de la Judería.

  • Castillo Mayor: Palacio musulmán iniciado en el siglo IX y acabado en el siglo XI con la construcción del Castillo Mayor. Constituye la principal fortificación del recinto defensivo de la ciudad. La parte central está ocupada por una construcción de planta rectangular, muy alterada, con torreones de planta cuadrangular acusados en planta y aparejo en mampostería. También fue un cuartel perteneciente a la época carlista. El castillo posee la leyenda de la Morica encantada, en la que la hija del rey musulmán de Daroca fue asesinada y arrojó al pozo del castillo por su padre para evitar su romance entre un caballero cristiano y ronda por las noches en busca de su amado.

El rótulo actual, Daroca (calle), fue autorizado por decisión municipal de abril 1.963.

NOTA

Las calles de Valencia y su historia. Daroca (calle)

Se ha utilizado en esta relación el orden oficial numérico de los distritos municipales, dentro de estos se ha utilizado el orden alfabético de los barrios, y dentro de estos, el orden alfabético de los rótulos.

Conforme a lo dispuesto por el Excmo. Ayuntamiento en materia de rótulos, se han expresado éstos en lengua valenciana, salvo los de procedencia netamente castellana, los de personajes que han solicitado sus descendientes o instituciones relacionadas con los mismos el respeto a la expresión castellana o los de dudosa traducción.

 

Fuentes consultadas:

Bibliografía

  • Las calles de Valencia y pedanías, Rafael Gil Salinas y Carmen Palacios Albandea.

  • Vicente Gascón Pelegrí. Prohombres valencianos en Los últimos cien años, 1.878-1.978. Valencia.

  • Nomenclator de las puertas, calles y plazas de Valencia. Manuel Carboneres. 1.873