Joan Baptiste Muñoz (calle)

Joan Baptiste Muñoz (calle)

Distrito: Camins al Grau

Barrio: Camí Fondo

Las calles de Valencia y su historia. Joan Baptiste Muñoz (calle)

Juan Bautista Muñoz  Ferrandis,(Museros, Valencia, 12 junio de 1.745 – Madrid, 19.Julio 1.799).

Historiador, cosmógrafo mayor de Indias, filósofo, matemático.

Alcanzó los suficientes méritos para que el rey Carlos III, le nombrara, primero Cosmógrafo Real y cronista de las Indias y, más tarde le encargó fundar el Archivo General de Indias y escribir la primera Historia de América.

Perteneció a la llamada Ilustración Valenciana que tanta influencia tuvo en la corte real.

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De familia humilde, quedó tempranamente huérfano (a la edad de seis años), por lo que su madre, con cuatro hijos que alimentar, decidió conceder la tutela de Juan Bautista a un tío del valenciano, el dominico Gabriel Ferrandis, que residía en el Convento del Pilar de Valencia.

En el citado Convento, debió de recibir las primeras enseñanzas del Latín, Gramática, Retórica y Teología, estudios que completó posteriormente en el Convento de Santo Domingo, que poseía una magnífica biblioteca.

Fue precisamente durante esta etapa en la que el joven Muñoz entró en contacto con la obra del dominico fray Luis de Granada, del que editaría con posterioridad su obra completa.

Transcurrida esta primera etapa de formación con los dominicos, Muñoz pasó al Seminario de Nobles de Valencia, centro cultural por excelencia de los jesuitas; estancia ésta que se situó entre 1.753 y 1.757, momento en que pasó a la Universidad de Valencia.

En el centro jesuita recibió el magisterio del que sería uno de sus mentores intelectuales, el matemático y musicólogo Antonio Eximeno Pujades, que introdujo al valenciano en algunas de las tertulias más afamadas del momento.

En todo este ambiente, Muñoz comenzó a mostrar un gran interés por la filosofía y las matemáticas, fruto de lo cual editó algunas obras de Eximeno, como “De studiis philosophicis et mathematicis instituendis” (1.788).

Tal preocupación la compartió con otros insignes compañeros del seminario, entre los que se encontraba el botánico Antonio José Cavanilles, con el que mantuvo una amistad que duró toda la vida.

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Después de esta primera etapa inicial de formación, en la que aprendió los principios de la filosofía moderna, alejada del escolasticismo imperante, y más cercana a las teorías de algunos filósofos (Locke, Condillac), Muñoz pasó a la Universidad de Valencia, donde inició su “cursus honorum” académico.

Así, en 1.759 obtuvo el grado de bachiller en Filosofía, vinculándose desde un primer momento a la escuela tomista, y ganándose la amistad del círculo del hebraísta Francisco Pérez Bayer, que tanto determinó su trayectoria posterior.

Pero fue el influjo de los profesores Vicente Blasco, futuro rector de la Universidad, y José Pérez, arcediano de Chinchilla, el que mejor supo inculcar en el valenciano los principios de la filosofía moderna y del humanismo.

En 1.760 obtuvo el título de “maestro en artes”, y el bachillerato en Filosofía, a los que añadía el estudio de las Matemáticas y de la Lengua Griega.

Unos años más tarde, en 1.765 se le presentaba la posibilidad de acceder a una Cátedra de Lógica en la Universidad, que no conseguiría hasta el año 1.769.

En el intervalo inició Muñoz una nueva incursión en un campo hasta ahora desconocido para él, como era la recuperación y edición, a partir de 1.766, de la obra de uno de los grandes autores de la literatura espiritual del siglo XVI español, fray Luis de Granada.

En la edición de estas obras tuvieron una influencia decisiva Vicente Blasco y el erudito de Oliva, Gregorio Mayans y Siscar.

La ideología que emanaban las obras del dominico entraba de lleno en el programa de los ilustrados valencianos, en el sentido de recuperación de los clásicos, lectura de los santos padres, cultivo de las lenguas clásicas, mejora intelectual del clero, y lectura de buenos libros, entre otros principios.

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Este interés humanista lo abordó al tratar de publicar las obras completas de otro importante humanista, el valenciano Juan Luis Vives, del que recopiló gran cantidad de materiales, así como de otros, como Pedro Juan Núñez, y Nebrija, al que dedicaría un importante estudio, y que lo convirtió en un gran conocedor del Siglo de Oro español.

Esta actividad la compaginaba con sus incursiones constantes en el campo de la filosofía, dejando escritos como “De recto philosophiae recentis in theologiae usu disertatio” (1.767), “De bonis et malis peripateticis” (1.768), y unas manuscritas “Institutiones o theses philosophiae”, en las que mostró una postura “ecléctica” en el campo de la filosofía, difundiendo a autores como Francisco Jacquier, Muschenbroek, y Newton, entre otros, y que tenía por objeto desterrar de la Universidad de Valencia el escolasticismo imperante.

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En 1.768 se tiene constancia de que Muñoz viajó a Italia, concretamente a Roma, donde seguramente amplió su formación académica con la visita a diversos archivos y bibliotecas.

Este mismo año, y siguiendo con sus preocupaciones intelectuales, reeditó la obra del portugués Luis Antonio Verney, “De re Logica”, contribuyendo con ello a la reforma educativa planteada por el intelectual luso, tendente a la renovación de los estudios teológicos, la adopción de una nueva pedagogía en la enseñanza, y el desarrollo de los principios de un eclecticismo filosófico entre los jóvenes.

Tales enseñanzas comenzó a dictarlas en sus clases en la Universidad, que completaba con su “Academia” particular, y en la que adoctrinó a individuos como el setabense Joaquín Lorenzo Villanueva.

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En este marco de preocupaciones pedagógicas se inscribe la obra del italiano Cesareo Pozzi, que en 1.778, y a instancias de Campomanes, publicaba su “Saggio di educazione claustrale”, donde arremetía duramente contra la enseñanza escolástica en España, que en su opinión predominaba en nuestro país.

No tardó mucho en responder Muñoz que, este mismo año publicaba su Juicio del tratado de educación del M.R.P.D. Cesareo Pozzi, donde el valenciano trataba de dejar en buen lugar a nuestro país.

Este escrito formaba parte del programa apologético (Cavanilles, Forner, Denina, Juan Andrés) desplegado por la Corona española, al tiempo que escondía un enfrentamiento entre las facciones de Campomanes, y la dirigida por Pérez Bayer, en la que se encontraba el valenciano.

El año 1.770 fue crucial en la biografía de Muñoz, pues recibía, gracias al influjo de Pérez Bayer, por entonces preceptor de los infantes reales, el nombramiento de “cosmógrafo mayor de Indias”, por parte del monarca Carlos III.

Gracias a las sutiles maniobras del hebraísta, el valenciano iba a ocupar un cargo relevante que no fue sino el comienzo de su ascenso profesional.

Tal actitud fue mal vista por uno de los principales maestros de Muñoz, Mayans, que pese a todo continuó adoctrinando al valenciano.

Integrado de lleno en la Corte, participó muy activamente en algunas de las empresas intelectuales de Pérez Bayer, traduciendo algunos de sus textos y apoyando al hebraísta en asuntos tan espinosos como la polémica que mantuvo con Olao Gerardo Tychsen, relativa a la falsedad de las monedas samaritanas.

Accedía Muñoz al reciente cargo con una formación mayor de la señalada por la historiografía.

No en vano, a su formación inicial junto a destacados matemáticos, se unía su notable inquietud en dicho campo, visible en la lectura y adquisición de diversos libros dedicados a esta materia.

Además, elaboró un Informe sobre el origen de los cosmógrafos, que le llevó a iniciarse en un tema nuevo para él, el del americanismo.

Fue éste el primero de una larga serie de informes y escritos que el valenciano remitió al Consejo de Indias, como los relativos a La navegación del Mar del Sur; o el dedicado a La empresa real de unir el océano Atlántico con el Pacífico por el istmo de Panamá, que constituía uno de los primeros precedentes del “Canal de Panamá”, y que quedaron manuscritos.

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Además, elaboró diversos estudios sobre algunas obras americanistas, como la de los hermanos Bartolomé y Cosme Bueno, relativa a la Descripción del Perú, o el informe relativo a la Conquista y descubrimiento del Darién, entre otros.

Todo ello dotó a Muñoz de una enorme erudición en asuntos americanistas que le hicieron acreedor de otro de los grandes logros en su vida profesional, el encargo en 1.779 por parte de Carlos III para redactar una Historia de América, hasta entonces no elaborada.

Tal empresa formaba parte del programa político del monarca español tendente a dejar en buen lugar la imagen del descubrimiento y colonización española en América, denigrada por parte de la historiografía francesa e inglesa, representada por autores como Raynal y William Robertson, entre otros.

Se propuso el valenciano escribir una Historia de América que pusiera fin a las críticas extranjeras para, desde la rigurosidad y la crítica histórica, construir una Historia de América, basada en los documentos y alejada de cualquier nacionalismo o crítica fácil.

A partir de entonces, y siempre bajo la férrea supervisión y estrecha vigilancia de la Real Academia de la Historia, que no vio con buenos ojos que un miembro ajeno a la institución se hiciera cargo de un proyecto que ellos tenían como propio, comenzó el valenciano su incursión por los principales archivos y bibliotecas de España y Portugal.

Una titánica labor para la que contó con estrechos colaboradores, como el jurista panameño Manuel José de Ayala.

Un viaje cultural que comenzó el valenciano hacia el año 1.780 y que lo llevó por los archivos de la Secretaría de Indias de Madrid, al Archivo de Simancas, donde pasó varios años, y los archivos y bibliotecas de Palencia, Salamanca, Toro, Burgos, Vitoria, y un largo etcétera de ciudades donde desempolvó todos aquellos documentos y papeles relativos a América, que le ayudaran a redactar su Historia.

En 1.783 recibió la autorización de José de Gálvez, uno de sus principales garantes en la Corte, para viajar a Sevilla y Cádiz, a estudiar los papeles de la Casa de la Contratación, momento en que redactó la Idea de la Historia general de América y del estado de ella.

Cuando estaba en plena realización de su proyecto para elaborar una Historia de América, recibió órdenes de Gálvez para fundar un Archivo General de Indias, idea ésta que se materializó en 1.785 con la fundación del Archivo en Sevilla.

El Archivo General de Indias, cuyas Ordenanzas elaboró Muñoz, constituyeron un referente internacional tanto por su forma como por su contenido, que utilizó criterios archivísticos vanguardistas, al respetar el principio de la procedencia de los fondos. Unos fondos que fueron organizados, y coordinados bajo la estricta supervisión de Muñoz, que hicieron del Archivo uno de los centros de investigación americanistas más importantes del mundo.

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Esta actividad la completó con su cargo de oficial en la Secretaría de Estado de Indias, que le capacitó para dirigir y coordinar diversas empresas, entre ellas, la supervisión de las obras de prospección y excavación arqueológicas en el territorio del Palenque, en México, uno de los asentamientos mayas más importantes.

Paralelamente a esta labor, el valenciano continuaba incansable en su proyecto de redactar una Historia del Nuevo Mundo sólida y rigurosa que salió finalmente publicada en 1.793, comprendsiendo desde el descubrimiento de Colón hasta el año 1.500, siendo traducida al francés, alemán e inglés.

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Una obra que dejaba tras de sí una inmensa y riquísima colección de papeles y documentos, actualmente en la Real Academia de la Historia de Madrid; Institución ésta en la que entró como académico honorario (1.788), supernumerario (1.791) y numerario (1.795), y con la que colaboró muy activamente en diversos proyectos, y trabajos, como los relativos a la Virgen de Guadalupe de México (1.794); o el Elogio de Antonio de Lebrija (1.796), obras ambas que leyó ante la docta entidad.

El legado de Muñoz no pudo ser más fructífero: la fundación del Archivo General de Indias, la elaboración de la primera Historia de América en el siglo XVIII, y un legado bibliográfico imponderable, a través de sus manuscritos personales, y de una selecta biblioteca que fue adquirida por la Universidad de Valencia, aunque lamentablemente feneció víctima de las llamas que afectaron a la Universidad de Valencia en 1.812, a consecuencia de la invasión francesa.

La sección Estadística, teniendo en cuenta las bases aprobadas por el Ayuntamiento en 26 de junio de 1.899, ya propuso que se rotulase en nuestra Ciudad una calle con el nombre de Juan Bautista Muñoz.

El rótulo actual, Joan Baptiste Muñoz (calle), se debe a un acuerdo municipal de mayo de 1.996.

NOTA

Las calles de Valencia y su historia. Joan Baptiste Muñoz (calle)

Se ha utilizado en esta relación el orden oficial numérico de los distritos municipales, dentro de estos se ha utilizado el orden alfabético de los barrios, y dentro de estos, el orden alfabético de los rótulos.

Conforme a lo dispuesto por el Excmo. Ayuntamiento en materia de rótulos, se han expresado éstos en lengua valenciana, salvo los de procedencia netamente castellana, los de personajes que han solicitado sus descendientes o instituciones relacionadas con los mismos el respeto a la expresión castellana o los de dudosa traducción.

Fuentes consultadas:

Otras Fuentes

Bibliografía

  • Las calles de Valencia y pedanías, Rafael Gil Salinas y Carmen Palacios Albandea.

  • Vicente Gascón Pelegrí. Prohombres valencianos en Los últimos cien años, 1.878-1.978. Valencia.

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