Cerdá y Rico (calle)
Cerdá y Rico (calle)
Distrito: L’Olivereta
Barrio: Nou Molés
Las calles de Valencia y su historia. Cerdá y Rico (calle)
La calle Cerdá y Rico comienza en la calle La Olivereta y finaliza en la avenida Pérez Galdós.
Francisco Cerdá y Rico. (Castalla, Alicante, 8 de junio de 1.739 – Madrid, 5 de enero de 1.800).
Bibliotecario y editor de obras literarias e históricas, secretario del Real y Supremo de las Indias.
Fue el hijo tercero de Juan Cerdá de Basilio y de Francisca Rico, naturales de Castalla, de familia hidalga; su bisabuelo había sido gobernador de su villa natal.
Cursados sus primeros estudios en la escuela de Gramática de Castalla, pasó a la Universidad de Valencia, donde estudió Leyes y Cánones con los jesuitas; obtuvo el título de bachiller en Derecho civil en 1.760.
Poco después se trasladó a Madrid.
Bajo la protección del ministro Manuel de Roda, y más directamente del bibliotecario mayor Juan de Santander, ingresó en 1.766 como escribiente celador 20 en la Real Biblioteca.
Allí trabajó en el índice de la biblioteca de Roda, y Pérez Bayer le dedicó a la compra de libros, lo que al parecer le sirvió de excusa para no asistir a la Biblioteca y dedicarse a preparar sus numerosas publicaciones.
Se sabe de algunas dificultades económicas por las que atravesó en esa época.
Sus abundantes conocimientos los puso, en ocasiones, al servicio de la nobleza, y particularmente de Antonio Ponce de León y Spínola, duque de Arcos.
En 1.772 solicitó permiso para ir a Galicia como abogado de este, para intervenir en el expediente del voto de Santiago que había promovido, sobre el que el de Arcos dirigió al Rey un memorial o representación, que se imprimió en 1.771, y con toda probabilidad redactó Cerdá.
Concedido el permiso por el tiempo que fuese necesario, no por el bibliotecario mayor, que se inhibió, sino por el Rey, Francisco Cerdá permaneció en Galicia durante año y medio, visitando varios archivos para el desempeño de su comisión.
En 1.777 ascendió a bibliotecario, por fallecimiento de Martínez Pingarrón.
De nuevo en 1.779 se le dispensó de asistencia durante dos meses, de orden real, y para “evacuar con mayor prontitud un asunto literario que se encargó”.
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En 1.783 renunció a la plaza de la Biblioteca para ocupar la de oficial de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Indias.
Fue nombrado académico honorario de la Real Academia de Nobles Artes de San Fernando.
Además, el 16 de noviembre de 1.775 presentó memorial solicitando su ingreso en la Real Academia de la Historia; en la junta del 24 del mismo mes y año, se le admitió como supernumerario, y el 1 de diciembre leyó la oración gratulatoria reglamentaria, pasando posteriormente a numerario.
Francisco Cerdá fue considerado muy experto conocedor de la lengua latina, como quedó patente en algunas de sus publicaciones.
Gozó de la amistad y colaboración de Luis Mayans y otros eruditos de la época.
Fue autor de numerosas ediciones con prólogos y estudios, tanto de autores latinos como castellanos, medievales y del Siglo de Oro, en ediciones cuidadas, tanto por su texto como por su impresión, para la que utilizó frecuentemente la imprenta de Antonio de Sancha, además de otras como las de Ibarra, Andrés Ramírez y Antonio Pérez de Soto.
Para sus ediciones contó con el patrocinio de mecenas como Manuel de Roda y Arrieta, el conde de Floridablanca, el conde de Campomanes, el marqués de Torremanzanal (más tarde, II conde de Campo Alange) o el príncipe de la Paz.
Sin embargo, su nombre raras veces apareció en sus publicaciones, pues aun en algunas de las más ambiciosas, como los 21 volúmenes de la Colección de obras sueltas de Lope de Vega, este no consta en lugar destacado.
Su ingente labor, que incluye obras latinas como los tratados de García Matamoros y Calvete de Estrella, o ediciones de textos castellanos como Cervantes de Salazar, Lope de Vega o Gil Polo, responde a las acusaciones de los extranjeros acerca de la aportación de España a la cultura europea presentes en la Enciclopedia, y revela la extensa erudición y nobleza de su proyecto, en el que incluye, por motivos culturales y patrióticos, obras ajenas a su sensibilidad como podían ser las de los literatos del siglo XVII español.
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También ponen de manifiesto su interés por la recta y completa interpretación de la historia, que le llevaron a ocupar su plaza en la Academia, las reediciones de las crónicas y de las obras de Ambrosio de Morales, de Ginés de Sepúlveda, del marqués de Mondéjar, etc.
En 1.783, dio un giro en su trayectoria que le apartó en cierto modo de sus trabajos eruditos: el 12 de marzo se le nombró oficial de la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Indias, cargo por el que, como se indica, renunció a su puesto en la Real Biblioteca, aunque solicitó, y obtuvo, el nombramiento de bibliotecario honorario.
Allí trabajó a las órdenes de José de Gálvez, con el que colaboró en proyectos culturales, como la recopilación de fuentes de Indias, la ordenación de los archivos e incluso la creación del Archivo de Indias, en los que intervino también Juan Bautista Muñoz, oficial de la misma Secretaría desde 1.786.
En 1.787, la Secretaría de Estado y del Despacho Universal de Indias se divide en dos, quedando Francisco Cerdá adscrito a la de Gracia y Justicia, ahora bajo la dirección de Antonio Porlier, marqués de Bajamar, y en esta etapa desarrolló los proyectos a que se referirán más adelante.
Gracias a la protección de Godoy, el 15 de septiembre de 1.795 fue nombrado secretario del Consejo y Cámara de Indias relativo a las provincias de Nueva España, con voz y voto en el Consejo y Tribunal de la Cámara de Indias y potestad para refrendar, firmar y signar las cédulas, provisiones y despachos que firmase y mandase el Rey.
Por razones de su cargo y motivos de salud, hubo de aprender a montar a caballo, lo que a su vez le llevó, y aquí se trasluce de nuevo su afición de bibliófilo, a traducir y cuidar la edición de las obras de equitación de Bohan y otros autores franceses.
Sus intereses culturales y afán de reivindicación patriótica, que coincidían en gran parte con los ideales de la Ilustración asumidos por algunos de los políticos con los que trabajó en la Secretaría de Indias, y particularmente con los de Gálvez, le llevaron a desarrollar dos proyectos simultáneos de gran interés: uno de edición de fuentes de Indias, y otro, en parte como consecuencia (e incluso como justificación) del anterior, de creación de una Imprenta Real de Indias.
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Para la colección de fuentes de Indias partía de los trabajos realizados previamente con los archivos y de su experiencia en la Biblioteca Real y en la consulta de numerosas bibliotecas privadas; en 1.789 redactó el plan de la colección, que incluiría las Cartas de relación de Hernán Cortés y las historias o crónicas de Fernández de Oviedo, Sahagún, Tobar, Calvete de Estrella, Díaz del Castillo, López de Gómara y Cabeza de Vaca, más las Cédulas y Ordenanzas primitivas, las Leyes, las órdenes circulares de la Secretaría de Indias, relaciones de los jesuitas, expediciones científicas, como la Flora peruana (sin duda, la de Hipólito Ruiz y José Pavón), las recopilaciones documentales de Juan Bautista Muñoz, etc.
Este ambicioso proyecto se había de llevar a cabo por medio de la creación de una Imprenta Real de Indias, pues los textos habían de imprimirse con la más alta calidad tipográfica, que sólo unas pocas imprentas particulares eran capaces de garantizar, pero al estar dedicadas a otro tipo de tareas no podían asumir.
Con la colaboración de Manuel Monfort, grabador y tesorero de la Real Biblioteca, elaboró en 1.789 un minucioso plan, tanto en el aspecto técnico como en el económico, cuyo coste fue desde el principio su principal (aunque no único) obstáculo; pese a que Cerdá consiguió localizar un desconocido mecenas que lo financiase, las pretensiones de este lo hicieron inviable, y aunque hubo un ofrecimiento de financiación por la Secretaría de Guerra y Hacienda de Indias no se llegó a un acuerdo, y el plan acabó por desecharse, adjudicándose en 1.795 todas las publicaciones, no sólo de Gracia y Justicia de Indias, sino de todas las instancias oficiales, a la Imprenta Real.
En 1.791, Cerdá había sido designado caballero pensionista de la Real y Distinguida Orden de Carlos III, en virtud de información favorable aprobada el 30 de abril.
Cerdá no participó en las activas polémicas de su tiempo, pero fue objeto, más o menos involuntario, de alguna de ellas.
Por ejemplo, recibió el ataque de Tomás de Iriarte por su defensa (que más que del autor era del impresor, su amigo Sancha) del Parnaso de López de Sedano.
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Otro duro papel a él destinado, en el que se hace implacable repaso a su biografía intelectual por alguien que sin duda le conocía bien, ha sido atribuido a su colega en la Secretaría de Indias y en la Real Academia de la Historia, el presbítero Ignacio de Hermosilla Sandoval y Rojas.
Pocos datos se tienen de su vida privada, pero se sabe que, aunque nunca se casó, tuvo una hija natural, Francisca Cerdá, habida de Antonia Moreno.
Sus deudas pecuniarias aparecen en más de una ocasión en el transcurso de su vida.
En 1.799 el bibliotecario mayor Vargas Laguna le reclamó el importe de 10.064 reales, procedentes de la venta de libros duplicados de la Biblioteca, que todavía no había entregado a ésta.
Falleció en 1.800, y en su testamento reconoció deber a la Biblioteca Real 6.000 reales, que ordenó se le pagaran en libros de su biblioteca particular que no poseyese aquella institución; y no fue la única deuda que reconoció y ordenó pagar.
También mandó se permitiera a la Biblioteca Real que escogiera gratuitamente los libros que quisiera de la suya privada.
El índice en tres volúmenes en folio fue enviado a Vargas Laguna por José Antonio Caballero, secretario de Estado.
Gran bibliófilo, su biblioteca particular fue reconocida por el danés Moldenhawer como “la biblioteca más exquisita que hay en España en casa de un particular: contiene obras de literatura antigua, de historia eclesiástica, de historia cultural y de antigüedades”.
Anteriormente esta calle llevó el nombre de Travesía de la Olivereta.
El rótulo actual, Cerdá y Rico (calle), fue autorizado por decisión municipal de septiembre de 1.940.
NOTA
Las calles de Valencia y su historia. Cerdá y Rico (calle)
Se ha utilizado en esta relación el orden oficial numérico de los distritos municipales, dentro de estos se ha utilizado el orden alfabético de los barrios, y dentro de estos, el orden alfabético de los rótulos.
Conforme a lo dispuesto por el Excmo. Ayuntamiento en materia de rótulos, se han expresado éstos en lengua valenciana, salvo los de procedencia netamente castellana, los de personajes que han solicitado sus descendientes o instituciones relacionadas con los mismos el respeto a la expresión castellana o los de dudosa traducción.
Fuentes consultadas:
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Archivos autores
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Archivo del Reino de Valencia
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Archivo Histórico Municipal
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Historia de las calles de Valencia
-
Historia de Valencia y sus costumbres
-
Archivo Administrativo Municipal
-
Instituto Nacional de Estadística
-
Ayuntamiento de Valencia
-
Biblioteca valenciana
-
Biblioteca de Etnología
-
Biblioteca valenciana digital
-
Biblioteca Histórica de la Universidad de Valencia
-
Biblioteca Serrano Morales (Ayuntamiento de Valencia)
-
Archivo de la Diputación provincial de Valencia
-
Hemeroteca valenciana
-
Tribunal de las Aguas
-
Real Academia de la Historia
-
Wikipedia
-
Padrón Municipal de Habitantes
-
Valencia Actúa
-
Jdiezarnal
-
Arquitectos de Valencia
-
Arquitectos italianos en España
Bibliografía
-
Las calles de Valencia y pedanías, Rafael Gil Salinas y Carmen Palacios Albandea.
-
Vicente Gascón Pelegrí. Prohombres valencianos en Los últimos cien años, 1.878-1.978. Valencia.
-
Nomenclator de las puertas, calles y plazas de Valencia. Manuel Carboneres. 1.873